Monday, 8 July 2013

Una noche estrellada en Shaikarawe

Dulce Maria Gonzalez Ramirez- Primer año MDP

  
Fue el cuarto día de nuestro trabajo de campo en Shaikarawe. Eran las 6:20p.m.  El sol, con un cielo rojizo intenso pero apacible,  estaba a punto de desvanecerse en el horizonte. Preparábamos una gran fogata con leña que habíamos recolectado durante el día cuando el primer tambor fue traído a nuestro campamento. Sillas y tapetes de carrizo se acomodaban alrededor mientras una olla con agua hervía junto al fuego, pues recibiríamos con té a nuestros invitados de esa noche.

Eran las 7:00p.m. Se sentía una noche fría pero serena. Gracias al infortunio de la carencia de electricidad en los pueblos cercanos e incluso en Shaikarawe, el cielo parecía tener en el fondo una tela muy negra, pues las estrellas brillaban intensamente. Inclusive, la Osa Mayor y la Vía Láctea eran visibles completamente.  Los viejos, hombres y mujeres con sus niños amarrados a sus espaldas caminaron desde sus chozas hasta nuestro campamento. Para ese entonces, dos tambores más habían sido traídos. Estos fueron llevados frente al fuego y  ungidos con un poco de agua para que la piel de la parte superior se ablandara, pues así resonarían más fuerte. Mientras tanto, tres mujeres danzantes y un médico tradicional preparaban sus sencillos atuendos, utensilios y hierbas para la ceremonia.

Sentados  solemnemente pero con una mirada apacible, los viejos sabios del pueblo se encontraban de lado izquierdo de la multitud, sosteniendo sus bastones con las manos juntas y entre sus piernas. Enseguida de ellos y de lado izquierdo del médico tradicional, la mayoría de las mujeres y niños se encontraban sentados, pues así es el costumbre del ritual. En el centro y frente al fuego, el curandero se encontraba  de rodillas y, sobre un petate, tendido junto a él, un “paciente”  esperaba por su sanación. A la derecha de ellos, los tres tambores sonaban y al mismo tiempo  las mujeres aplaudían y cantaban al ritmo del silbido que el curandero dictaba.



Ceremonia de sanación de la tribu Khwe - Shaikarawe 


Ya eran las 7:30 pm. Éramos 50 personas alrededor de la fogata y la ceremonia de sanación había comenzado. Después de un par de canciones, sorpresivamente un viejecito, ya ciego por su edad, se unió al cantico del curandero. Ya sentado junto a él y después de entonarse al canto, el viejecito comenzó a tocar su mambira, un instrumento tradicional africano que tiene un grupo de lengüetas de metal adheridas a un tablero resonador de madera. Ambas voces se escuchaban fuertemente invocando a sus ancestros. A través de las canciones en Khwedam nos contaban las historias de la  vida, la caza y las tradiciones de su tribu. Inmediatamente, las dos mujeres danzantes, se aproximaron a bailar alrededor del fuego. Sus cuerpos se movían incesantemente como si vibraran desde adentro. Increíble eran sus movimientos pues parecían como sonajas al viento. Debo confesar que jamás vi algo igual. Al mismo tiempo, el Chief Ponda, jefe de la tribu, se levantó de su silla, se quitó el saco y  se arremangó la camisa. Contagiado por el goce de todos los presentes, arrebató uno de los tambores y Ponda comenzó a tocar.

La combinación de los ritmos y contra ritmos se hacía cada vez más denso y complejo. El canto y los aplausos son muy importantes en un ritual de sanación Khwe; estos son repetitivos y permiten llegar al trance espiritual que el curandero necesita. Las voces de las mujeres se sientan en un coro y ritmo incesante y al mismo tiempo los cantos y oraciones del curandero dirigen el ritual. Estas ceremonias se llevan a cabo para la curación enfermedades o dolores en el cuerpo  pero también para la sanación espiritual. Cada curandero tiene un estilo único y un método de curación, pero todos atesoran y conservan la misma base y respeto del conocimiento tradicional Khwe.

Eran ya las 9:25pm. No pasó mucho tiempo después, cuando el curandero se levantó y comenzó a bailar. Era la parte culminante del ritual cuando asombrosamente por varios segundos, ya estando en trance, el curandero poso sus pies sobre las brazas ardientes de la fogata. ¡Una vez!, ¡dos veces!, ¡e incluso una tercera vez lo hizo sin lastimarse en lo absoluto! Los niños, con sus ojitos muy abiertos y atentos, observaban cada detalle. Al igual que nosotras, ellos estaban atónitos y emocionados., ¡nunca olvidaré el brillo que el fuego reflejaba sus ojos!

Nadie vestía con sus galas tradicionales, las cuales originalmente están hechas con pieles de animales. Inclusive, las mujeres que danzaron y el curandero solo presentaron sus instrumentos tradicionales y vestimentas simples. Sin embargo, aun con las ropas más sencillas, todos y cada uno de los habitantes de Shaikarawe disfrutaron y compartieron la humildad y gran valor de sus corazones.  Para mí esos momentos eran inolvidables, una de las más autenticas e impresionantes representaciones de ceremonia Khwe, pues fue verdadera pureza de regocijo y humildad.  Especialmente, cuando me hice consiente que estaba frente a una de las más antiguas tribus de la tierra y que por ende, representaba una de las más antiguas formas de espiritualidad del hombre.

Lo que esperábamos fuese una hora de ceremonia de sanación, para ellos se convirtió en tres horas de celebración, y para nosotros, una experiencia de vida. Amor, sabiduría y respeto por sus ancestros fue limpiamente expresado, pero también esperanza, valor y amor por sus tradiciones y futuras generaciones. Esa noche, fue una celebración a la vida, de esperanza para Shaikarawe.



Palabras claves: Shaikarawe, tribu Khwe, ceremonia, sanación tradicional. 

2 comments:

  1. hermooooooooooosa mucha luz sigue por favor sigue que si te estoy leyendo! jijiji y quiero saber más quiero sentir que puedo estar ahí conociendo y aprediendo con tigo! graaciaas

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    1. Yeeeeeiii!!! Gracias y mil gracias!!! te mando muucha luz y amor! te quiero! =D

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